jueves, 7 de junio de 2007

PRÓLOGO
Algunas de las formas expresivas y artísticas como el cuento, la poesía, el dibujo, la ilustración, la música, la descripción de experiencias y testimonios a través de cartas, redacciones y similares pudieran parecer poco indicadas para “hablar” de autismo en un libro y sin embargo, el autismo y los TEA vertebran y dan sentido al contenido de esas formas expresivas. Podría decirse incluso que parece un “contrasentido” hacer uso de dichas formas, cargadas de intensas emociones y simbólicamente complejas, para dar cuenta de un trastorno devastador en el que precisamente gran parte del núcleo que se altera se relaciona con lo emocional, mental y simbólico. Y, sin embargo, es precisamente ese contraste entre el torrente emocional y las distintas formas de compartir el sentimiento por un lado y la opacidad e impenetrabilidad característica del autismo por otro lado, lo que subyace y lo hace explicativo tanto en un sentido como en otro.
Aislamiento, opacidad, soledad, impenetrabilidad, extrañeza, etc., son algunos de los términos que evoca la palabra “autismo”. Desde nuestro complejo mundo mental y social la persona con autismo se nos revela como inaccesible, indiferente a lo más característicamente humano, indiferente al mundo emocional y al entramado de relaciones sociales y mentales que nos caracterizan. La ausencia o alteración de mecanismos de empatía, intersubjetividad y habilidades de acceso al mundo mental del otro, dan cuenta de esas sensaciones de inaccesibilidad y rareza.

El Centro Juan Martos es asesor técnico de APANAG, Asociación de padres de niños autistas de Guadalajara.



También esos mismos términos y esas mismas sensaciones son las que se activan en la producción poética y gráfica y el carácter íntimo de las páginas del libro que tiene en sus manos. Mediante el simbolismo, la representación, la imaginación y la empatía se nos adentra en la comprensión de lo opaco. Y es en este punto donde se produce la confluencia de las aparentes dos orillas por las que transcurre el desarrollo normal y el desarrollo en autismo, con la creación de puentes. Puentes por los que hacer circular cargamentos de ternura y emoción. Puentes por los que discurran las ideas y estrategias para acercar de forma efectiva a la persona con autismo a este otro lado de la orilla. Puentes por los que las distintas formas de expresión se entrecrucen e interaccionen.
El arte y la expresión artística es uno de esos puentes que tiende lazos desde la emoción y la representación y puede permitirnos comunicación entre las dos orillas.
Juan Martos


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